jueves, 11 de agosto de 2011

Pasé muchos años de mi adolescencia deprimida por los conflictos mentales, luego una psicóloga me enseñó a enojarme en lugar de deprimirme, pero quedé enojada por muchos años. Perdí mucha energía y productividad por estos conflictos.
Me quería morir, ya no sentía nada, lo estaba logrando, mi alma se había muerto ¿por qué ahora estoy tratando de salvarme? de dónde sale este instinto;  apenas me diagnosticaron la metástasis, volvió a renacer mi espíritu de sobrevivencia…a mis 40 no tengo conflictos mentales pero sí emocionales. Me embarco en el psicoanálisis para vivir o morir, en paz, con amor en mi corazón. Comenzar el psicoanálisis ha significado abandonarme a las emociones, espero no morir en este intento. Toda mi vida ha sido una serie de experimentos, y siempre me salvo dejando los pelos en el alambre, a ver como me va con este.
Lo primero que le dije al psicoanalista es que me curara o no, no lo iba a responsabilizar a él. No se puede culpabilizar a nadie de una enfermedad, ni al médico, ni a la madre, ni al padre, ni a uno mismo. Pero sí se puede uno responsabilizar de su propia enfermedad y construcción de la salud.
El psicoanálisis me abrió un canal al inconsciente inmediatamente, me ocurre en el amanecer del día siguiente a la sesión que descubro un pensamiento o un sentimiento relevante, algo renace. Yo temía que no fuera así. Soy muy racional y puedo entender todo sin sentir nada. Tenía miedo de quedarme en el plano racional sino era con ayuda de un puro o una regresión, pero no fue así.
Al amanecer voy a 1000 km por hora con mis revelaciones y en la terapia vamos a 20 km por hora, entiendo que el psicoanalista me lleva despacio para ir procesando eventos paso a paso y profundamente para asegurarnos que queda procesado de una vez por todas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios pueden ayudar en mi psicoanálisis...